La muerte de Francisco ha detenido las reformas en curso y ha abierto un proceso de sucesión regulado con precisión, con el secreto absoluto como norma. El próximo cónclave decidirá el rumbo de la Iglesia. Por Tulio Alberto Álvarez-Ramos
La muerte de Francisco ha detenido las reformas en curso y ha abierto un proceso de sucesión regulado con precisión, con el secreto absoluto como norma. El próximo cónclave decidirá el rumbo de la Iglesia. Por Tulio Alberto Álvarez-Ramos